Para los que formamos parte de Centro de Psicología de Madrid, nuestras mascotas son una parte importantísima de nuestra vida. Por eso, en el día de San Antón, patrón de los animales, les dedicamos este artículo en el que os contamos los beneficios psicológicos de tener una mascota.

Desarrollan la responsabilidad

Esto es algo que los niños, desde bien pequeños, aprenden cuando tienen una mascota en casa. (Al menos sería lo ideal, pero claro está, eso se transmite a través de la educación de los padres, otros miembros de la familia, la escuela y de la propia sociedad). En función de su edad, pueden ir ocupándose de darles de comer, de cambiarles la arena o limpiarles la jaula, cepillarlos o sacarlos de paseo, de modo que aumente poco a poco su nivel de responsabilidad. Además, todos esto genera unos hábitos de cuidado y de atención y preocupación por el bienestar del otro.

Favorecen el mantenimiento de la autonomía

Las atenciones que precisa una mascota pueden contribuir a promover y mantener su autonomía y un estilo de vida activo en personas sedentarias o con algún tipo de limitación que pueda hacerlas dependientes.

Fomentan las relaciones sociales

Especialmente en los dueños de perros. Los paseos diarios pueden ayudar a establecer nuevas relaciones con otros dueños de perros con los que se suele coincidir, pudiendo ampliar de este modo el círculo social.

Reducen la depresión y el estrés

Diferentes estudios han demostrado que tras compartir un rato con nuestra mascota se producen cambios en las ondas cerebrales de nuestro cerebro que se traducen en una disminución de los sentimiento de estrés, ansiedad y depresión.

Mejoran la autoestima

En otros estudios se observa que los dueños de mascotas tienen más probabilidad de tener una mayor autoestima. Este hecho estaría relacionado con la sensación de sentirse útil al cuidar a otro ser vivo y recibir amor incondicional por su parte.

Estos son sólo algunos de los beneficios que tener una mascota nos puede aportar pero, como ya hemos dicho, conlleva una gran responsabilidad.

Cuando convives con una mascota en el marco de una educación de respeto, amor y conciencia por los seres vivos, aprendes el lenguaje universal de la Naturaleza y te percatas de que no son juguetes de usar y tirar, no son “tamagochis” que se apagan cuando no nos interesan, ni se abandonan cuando crecen demasiado o te vas de vacaciones. Por eso, la decisión de adoptar una mascota ha de ser muy meditada y muy consciente. Porque se convierten en un miembro más familia, y como tal se le ha de tratar. Se ponen alegres, te aman incondicionalmente, te cuidan a la vez que tú les cuidas, se entristecen, enferman, envejecen, te ayudan a convertirte en mejor persona. Y también mueren, y cuando esto ocurre requiere de una elaboración de duelo como con cualquier pérdida importante.

Así que, si te hemos convencido para ampliar la familia, antes de dar el paso piénsalo muy bien, porque además de todo el amor que nos dan (que es muchísimo, y sin condiciones), requieren cuidados y atenciones durante mucho tiempo (en el caso de perros y gatos entre 12 y 17 años aproximadamente), lo que supone grandes dosis de sacrificio que tienes que estar dispuesto a hacer. Si no, casi mejor el tamagochi ;)