La pérdida de un ser querido es una experiencia dolorosa, que nos obliga a aprender a vivir con la ausencia. Nos enfrenta a un proceso de adaptación relativamente largo en el que tenemos un papel activo, ya que, desafortunadamente, el tiempo no lo cura todo.
Tradicionalmente se consideraba que la persona en duelo atravesaba una serie de fases o etapas, como si fuera algo pasivo y la persona estuviera a merced de sus emociones. Elisabeth Kübler-Ross identifica las fases de negación, rabia, negociación, depresión y aceptación. Esta psiquiatra especializada en cuidados paliativos considera que, aunque no todos tenemos que pasar por todas ellas, ni en ese orden, esta es la evolución del duelo.
Nuestra experiencia nos acerca más al modelo de Worden. Este autor considera que el papel del doliente es más activo y que desarrolla una serie de tareas que le permiten elaborar el duelo:
- Aceptar la realidad de la pérdida:
Esto supone interiorizar y asumir, de manera racional y emocional lo que supone la muerte: nuestro ser querido no va a volver.
Acciones concretas de esta tarea serían poder hablar de la persona en pasado o ir recogiendo poco a poco sus pertenencias
- Elaborar las emociones relacionadas con la pérdida:
Durante el proceso de duelo experimentamos multitud de emociones: tristeza, rabia, culpa, ansiedad, vacío… Es importante darles cabida a todas ellas para poder sentirlas y expresarlas.
Para ayudarnos con esta tarea podemos revisar fotos del fallecido, hablar de él o seguir visitando lugares que nos recuerdan a la persona fallecida.
- Aprender a vivir en un mundo en el que el fallecido ya no está presente:
Esta tarea supone una adaptación a muchos niveles y que nos enfrenta a la ausencia en todos los ámbitos de la vida que compartíamos con el fallecido: roles que asumía, quién soy yo ahora que no está, cómo ha cambiado mi mundo…
Para evitar bloqueos en esta tarea es importante evitar aislarse y continuar viviendo, sin rehuir obligaciones ni situaciones placenteras.
- Recolocar emocionalmente al fallecido:
Importante tarea del duelo que nos permitirá mirar hacia el futuro sin anclarnos en el pasado. No significa que olvidemos a la persona que hemos perdido, ni que pierda importancia para nosotros. Simplemente implica rehacer el vínculo con ella.
El afrontamiento de estas tareas no es lineal ni ordenado. Cada proceso de duelo es único y personal, y no hay normas establecidas para superarlo. Y creo que, tanto a nivel profesional como personal, la tarea más bonita y plena es la última, en la que aprendes a relacionarte con ese ser querido desde un lugar de tranquilidad y calma, que le hace presente desde la ausencia.