Hoy me ha tocado revisión en el dentista y ha surgido la siguiente conversación: mientras me hacía la limpieza dental me dice la doctora: «Perdóname, que ya sé que esto puede ser molesto y desagradable», a lo que yo he respondido: «Sé a lo que vengo». Y esta respuesta que le he dado me está ayudando a darle forma a algo que, por situaciones que está viviendo gente cercana, me está rondando últimamente. Estoy aún en ello, pero lo voy a compartir con vosotros, porque creo que puede ser interesante.

Creo que no sabemos a lo que venimos, y que no conocemos muchos de los procesos naturales con los que nos vamos a enfrentar a lo largo de nuestra vida, especialmente en aquellos en los que nos toca encontrarnos con la tristeza, el dolor o cualquier otra emoción desagradable. Ante este tipo de situaciones o vivencias solemos resistirnos huyendo, peleándonos contra la realidad o como buenamente podemos sin ser conscientes de que de esta manera lo único que conseguimos es anclarnos en el sufrimiento.

Por eso creo que es importante conocer las emociones. Porque nos han enseñado a evitarlas y han terminado por convertirse en terrenos inexplorados y peligrosos. Tenemos miedo a las emociones y hacemos lo posible y lo imposible para evitar pasarlo mal, sin darnos cuenta de que lo único que conseguimos es pelearnos con la vida.

Como he comentado, aún estoy reflexionando sobre esto, pero creo que para evitarnos sufrimiento es importante aprender a vivir la vida tal y como es y aceptarla con todas sus facetas y con todas las emociones que nos vaya ofreciendo. Porque sólo colocando las emociones en su sitio y dándoles el espacio que necesitan conseguiremos vivir plenamente.