Hoy compartimos con vosotros otro de esos cuentos que solemos emplear en nuestros de trabajos de psicoterapia. El de esta ocasión lo empleamos para darle valor a todas esas situaciones difíciles o que nos hacen sufrir, y a las que en ocasiones nos enfrentamos, a veces incluso con enfado, al no encontrarles sentido. También nos resulta muy útil con pacientes que necesitan tenerlo todo bajo control o que tienen una baja tolerancia a la frustración y quieren que todo salga tal y como ellos quieren. En cualquiera de estos tres casos lo empleamos para darle valor a esas situaciones complicadas o imprevistas y abrir la posibilidad al aprendizaje, el crecimiento y la resiliencia.
Un día un campesino encontró a Dios y le dijo: – Tú has creado el mundo pero no eres un campesino, no conoces la agricultura. Tienes mucho que aprender.
Dios le preguntó: – ¿Cual es tu consejo?
– Dame un año y deja que las cosas ocurran tal y como yo quiero. La pobreza no existirá nunca más.
Dios aceptó. Naturalmente, el campesino pidió lo mejor: ni tormentas, ni ningún tipo de peligro para el grano. El trigo crecía y el campesino era feliz. Todo era perfecto.
Al final del año, el campesino encontró a Dios y le dijo, orgulloso: – ¿Has visto cuánto trigo tenemos? ¡Habrá comida suficiente por 10 años sin tener que trabajar!
Sin embargo, cuando recogió el grano, se dio cuenta de que estaban vacíos. Desconcertado, le preguntó a Dios qué había pasado, a lo que este respondió: – Has eliminado los conflictos y las fricciones, así que el trigo no terminó de germinar.