Sabemos que muchos de vosotros habéis perdido algún familiar en la pandemia y las especiales circunstancias a las que nos somete el virus pueden dificultar el proceso de duelo.
En cuanto a la situación sanitaria, es necesario un aislamiento en el que se nos dificulta el acompañamiento de ser querido y de ir viendo en primera persona su evolución, ya que sólo puede haber un familiar con el enfermo, o ninguno si es un caso de covid. Esto puede generarnos culpa e impotencia al sentir que no lo estamos cuidando, así como incertidumbre y ansiedad ante la espera a que los facultativos nos llamen para informarnos de la situación de nuestro familiar. Además de esto, al no estar presentes es fácil que aparezca la duda de si la situación es tan grave como nos cuentan junto a la esperanza de una mejoría.
Este aislamiento roba además a la familia sus últimos momentos con su ser querido. Lo habitual es que el equipo médico comunique a los familiares que está llegando el momento del fallecimiento, lo que nos permite recogernos a su alrededor y despedirnos como queramos o necesitemos. Las familias de los enfermos que fallecen con covid no pueden tener esta oportunidad, con lo que los rituales del duelo no llegan a iniciarse. Además, hay que sumar que también hay restricciones sociales y la familia no puede reunirse con normalidad para acompañarse en el dolor de la pérdida.
Todas estas circunstancias, tan alejadas de los rituales de duelo que tenemos en nuestra sociedad pueden hacer que vivamos la pérdida con una sensación de irrealidad que también va a afectar al desarrollo normal del duelo.
Así, es importante que las familias que han perdido algún ser querido en durante la pandemia, y mucho más si ha sido con covid, reciban un seguimiento de su proceso de duelo para asegurarnos de que pueden ir expresando y elaborando las emociones relacionadas con la pérdida para recolocar al fallecido en un espacio diferente en la vida diaria. De esta manera, podrán aprender a vivir en un mundo donde el familiar siga presente, aunque ya no esté
(Texto de nuestra alumna de prácticas Jessica Segura)