Igual que hicimos en el artículo en el que hablamos sobre el trastorno límite de personalidad, hoy vamos a explicar lo que es un trastorno bipolar, ya que no siempre se utiliza este término de manera adecuada.
Fuera del ámbito psicológico y psiquiátrico el término bipolar se suele usar para describir a personas con continuos cambios emocionales, que pasa de la alegría a la tristeza o al enfado con gran facilidad. Sin embargo, el trastorno bipolar no es exactamente eso, por lo que vamos a profundizar un poco en él.
Según el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. DSM-5 (5ª Ed. Madrid: Editorial Médica Panamericana, 2014) existen dos tipos de trastorno bipolar, que describimos a continuación:
Trastorno bipolar tipo I
Se caracteriza por la presencia de un episodio maníaco, definido en el DSM-5 como un período bien definido de estado de ánimo anormalmente y persistentemente elevado, expansivo o irritable, y un aumento anormal y persistente de la actividad o la energía. Este estado se mantendría durante gran parte del día, casi cada día, durante al menos una semana y está acompañado por al menos tres síntomas que suponen un cambio significativo del comportamiento habitual de la persona: participación excesiva en actividades que muy posiblemente van a tener consecuencias dolorosas, facilidad de distracción y atención muy cambiante, fuga de ideas, disminución significativa de la necesidad de dormir, aumento de la autoestima o sentimiento de grandeza.
La persona suele describirlo como un estado extremadamente optimista, alegre y enérgico, con una gran sensación de fuerza y capacidad, física, cognitiva y social. Esto les lleva a relacionarse y a hablar mucho más con los demás, incluso con desconocidos y a no valorar los riesgos adecuadamente por lo que cometen muchas imprudencias como compras compulsivas, juergas sin control, inversiones económicas peligrosas o comportamientos sexuales de riesgo.
Para que sea considerado como un trastorno bipolar tipo I, esta alteración del estado de ánimo tiene que afectar gravemente al funcionamiento normal de la persona a nivel social o laboral, requerir hospitalización o ha de ser acompañado por síntomas psicóticos (delirios o alucinaciones).
Trastorno bipolar tipo II
Este segundo tipo de trastorno bipolar se caracteriza por la presencia de un episodio hipomaníaco actual o pasado y de un episiodio de depresión mayor actual o pasado.
Episodio hipomaníaco
Se diferencia del maníaco en su duración y gravedad. En este caso se necesita un mínimo de cuatro días, y no supone una alteración importante del funcionamiento social o laboral de la persona, no requiere hospitalización ni hay síntomas psicóticos.
Episodio depresivo mayor
Aunque la depresión es un concepto más conocido a nivel general, también vamos a los síntomas necesarios para el diagnóstico de un episodio de depresión mayor.
Según el DSM-5, se requiere que al menos cinco de los siguientes síntomas hayan estado presentes durante al menos dos semanas, casi a diario y la mayor parte del día, de manera que afecten al funcionamiento normal de la persona (es imprescindible la presencia de estado de ánimo deprimido o anhedonia):
- Estado de ánimo deprimido, tristeza o abatimiento
- Anhedonia, o disminución de la capacidad de disfrutar de las actividades diarias
- Cambios en el apetito, ya sea aumento o disminución.
- Trastornos del sueño
- Trastornos psicomotores, ya sea agitación o retardo
- Fatiga o pérdida de energía, que se mezcla mucho con la anhedonia
- Sentimientos de culpa e inutilidad que se traducen en autorreproches
- Dificultad para concentrarse, pensar o mantener la atención
- Pensamientos recurrentes de suicidio o muerte
Para terminar…
Como vemos, el trastorno bipolar es mucho más de lo que suele creer. Mucho más si utilizamos ese término hacia nosotros mismos. En ocasiones, en la primera sesión el paciente nos dice «Soy un poco bipolar» y esto nos da la pista de que seguramente no lo sea. Esto y el hecho de que los tengamos delante, ya que la vivencia no suele ser problemática. Como hemos dicho, se sienten muy enérgicos, muy capaces y con muchas ganas de comerse el mundo. Y esto, desde dentro, es difícil de sentir como algo negativo. Y mucho más si ha habido episodios depresivos previos.
En definitiva, y para cerrar ya, aunque con todo lo que te hemos contado hoy podrías identificarlo más fácilmente, si eres consciente de tus cambios emocionales no padeces un trastorno bipolar. Habrá algo que los cause, pero para conocerlo habrá que bucear en tu mundo interior.