Actualmente vivimos en una sociedad muy cambiante, donde la incertidumbre se adueña de nosotros/as. Buscamos recompensas inmediatas esforzándonos al máximo por conseguirlas y nos olvidamos de lo realmente importante: nosotros/as mismos/as.

Se define como calidad de vida laboral, desde el punto de vista del/la trabajador/a, la percepción de apoyo y de satisfacción por parte de su organización a través de recompensas, seguridad laboral, oportunidades de crecimiento, respaldo organizacional, satisfacción de expectativas y mantenimiento de buenas relaciones personales.

El estrés, por su parte, es una respuesta adaptativa del sujeto que surge en una determinada situación que exige demandas físicas y/o psicológicas, es decir, es un mecanismo de defensa. Existen diferentes niveles de estrés: desde el óptimo (Euestres) donde los niveles de tensión son adecuados, al disfuncional (Diestres) donde hay un exceso o un defecto de tensión, que da lugar a la disminución de la productividad.

El estrés aparece cuando existe un desequilibrio entre la demanda y la capacidad de control del individuo. Sin embargo, existen amortiguadores del mismo como son: la autoestima, la autonomía, la percepción de autoeficacia, el apoyo social (emocional, material o físico), la humildad y el humor.

La aparición del estrés depende de la importancia que la persona conceda al estresor y del grado de control que tiene, es decir, se experimenta estrés cuando la persona no puede mantener su equilibrio personal (homeostasis).

Así, el estrés laboral sería el desequilibrio percibido entre los requerimientos laborales y la capacidad de control, los propósitos de la persona y las condiciones de su trabajo, que dan lugar a la reacción del sujeto tras la percepción del estresor laboral. El sujeto recibe una demanda que puede definir como reto o amenaza en función de los recursos laborales que tenga y de sus características personales.

Existen diferentes tipos de estresores, como son:

  • Estresores individuales: cognitivo/afectivos (creencias, valores, tolerancia a la ambigüedad, etc.), conductuales (habilidades, asertividad, etc.) y demográficos (edad, género, educación, horas de trabajo, etc.)
  • Estresores del entorno: factores políticos, económicos, sociales y familiares (ej. problemas de educación, en la salud, etc.)
  • Estresores organizativos: ambientales (luz, humedad, etc.), individuales (tipo de trabajo, sobrecarga de trabajo, etc.), grupales (presión de grupo, conflictos, cohesión, etc.), de supervisión (participación en la toma de decisiones, reconocimiento, feedback, etc.) y organizativos (estructura de la empresa, horario, contenido de trabajo, etc.).

Éstos, debido a su presencia en exceso o en defecto, dan lugar a diversas consecuencias en el sujeto a diferentes niveles que influyen también en la organización, como son:

  • Salud física: tensión muscular, insomnio o hipersomnia, trastornos gastrointestinales, respiratorios, cardiovasculares, endocrinos, dermatológicos, etc.
  • Salud mental: frustración, ansiedad, depresión, baja autoestima, bloqueo mental, hipersensibilidad, enojo, incapacidad de concentración, etc.
  • Conductuales: mal humor, irritabilidad, agresividad, apatía y adicciones
  • Sociales: distanciamiento social y/o dificultades para relacionarse

Sin embargo, para evitar su aparición o erradicarlas, existen diferentes estrategias para enfrentar el estrés laboral:

  • Identificar el evento estresor (externo y/o interno) para abordarlo
  • Movilizar fuerzas: ser consciente de las señales de alerta de nuestro organismo y de nuestro nivel de tolerancia al estrés
  • Modificar nuestra respuesta al estresor (cognitiva, emocional y/o comportamental), lo que puede requerir ayuda profesional (ej. técnicas de relajación, gestión del tiempo, asertividad, etc.)
  • Desarrollar hábitos de vida saludables: ser activo física y mentalmente, dieta adecuada, horarios de sueño adecuados, dedicar tiempo a relajarse, apoyarse en el círculo social, definir metas personales, balance entre vida personal-laboral, etc
  • Contextualizar la situación: el tiempo de duración, el lugar, las personas y el evento específico
    Si bien, no sólo basta con que el sujeto desarrolle diferentes estrategias a nivel personal,
    sino que puede ser adecuado que la organización realice cambios para promover la salud
    laboral de sus empleados/as.

Así, aunque desarrollar estrés es inevitable, sí que se puede evitar la prolongación de esta situación y la aparición de estrés crónico e intenso a través de diferentes estrategias para enfrentar al mismo y primar nuestra salud, a nivel físico y mental.

Referencia bibliográfica: Durán, M. M. (2010). Bienestar psicológico: el estrés y la calidad de vida en el contexto laboral. Revista nacional de administración, 1(1), 71-84.

(Texto de nuestra alumna en prácticas Gema Hernández Hernández)