No resulta fácil dar una definición clara de la amistad, ya que es un concepto muy cargado de subjetividad. Cada uno de nosotros le damos un significado y un valor distinto, pero creemos que todos podemos coincidir en que son relaciones basadas en el afecto, la confianza y el respeto mutuos.
Nosotras entendemos la amistad como la familia elegida. Y creemos que esta idea ayuda mucho a nuestros pacientes, ya que les da la oportunidad de hacerse responsables de sus relaciones. Principalmente, porque no solemos pararnos demasiado a pensar. En casi nada. Nuestra familia, nuestros amigos, la sociedad incluso, nos mandan mensajes (casi siempre implícitos) de cómo deben de ser las cosas, y las hacemos nuestras. Sin cuestionarlas y, lo que es peor, sin sentirlas. Y justo eso es lo que hacemos. Les invitamos a reflexionar sobre cómo quieren que sean sus relaciones de amistad, y cómo quieren sentirse con ellas. Y en este punto, casi todos coincidimos: queremos sentirnos como en familia.
Queremos sentirnos queridos, entendidos, cuidados y aceptados. Incondicionalmente. Queremos sentir que es importante lo que nos pasa, lo que nos preocupa y lo que nos duele. Queremos que haya alguien cuando nos sentimos mal, y que cuenten con nosotros cuando el otro necesita apoyo. Queremos que haya alguien cuando tenemos algo que celebrar y que se acuerden de nosotros en sus alegrías. Queremos que quieran pasar tiempo con nosotros porque sí, sólo porque les gusta nuestra compañía. Queremos sentirnos importantes. De hecho, no es que queramos sentirnos así. Es que lo necesitamos. Es importante para nuestro bienestar emocional.
Por eso creemos que es tan importante que cuidemos nuestras relaciones de amistad, porque no todos tenemos la suerte de sentirnos así en nuestra familia. Por eso nuestros amigos son tan importantes para nosotras. Por eso los hemos elegido.