Como sabéis, nos gusta mucho trabajar con fábulas y metáforas. Hoy queremos compartir con vosotros una fábula de Esopo, filósofo griego que vivió entre los siglos VII y VI a.c. Se trata de la fábula de la serpiente y la luciérnaga. Hemos elegido esta versión contada por Fernando Vázquez, para que cierres los ojos y escuches con tu corazón.

Nuestro comportamiento y nuestro modo de sentir están condicionados por nuestras experiencias y aprendizajes. Como seres humanos, sentimos la necesidad innata de pertenecer a un grupo (a la sociedad, familia, amistades, compañeros de trabajo, etc.), y para ello, de manera inconsciente, somos capaces de “sacrificarnos” de múltiples formas (no mostrándonos tal y como somos, no haciendo todo lo que somos capaces de hacer, aumentando de peso, teniendo un aspecto desaliñado, estudiando y dedicándote a lo que se espera de ti y no a lo que realmente te hace feliz, con algunas enfermedades, pequeños accidentes antes de una ocasión especial…). Pequeños y/o grandes autoboicots, incomprensibles en numerosas ocasiones, pero que están muy relacionadas con esta necesidad de pertenencia y cuyo objetivo es evitar la soledad y obtener el cariño y la aceptación. Ese es el beneficio secundario de tales sacrificios inconscientes.

Sin embargo, cuando te das cuenta de que hay algo en tu interior que impera por salir, que de igual modo sientes el abandono porque cuando un grupo o determinadas personas no te aceptan o se sienten molestas si muestras todo tu brillo, es cuando llega el momento de encarar la situaciónhacer los duelos necesarios (porque habrá muchas personas que no podrán soportarlo y tendrás que dejarlas atrás… sin rencor porque simplemente no lo pueden evitar, no son conscientes del daño que te hacen) y hacer tu propio trabajo interno para llegar a ser la mejor versión de ti mismo, a pesar de las consecuencias.

Al final terminarás ganando, siendo TÚ, con toda tu plenitud, disfrutando de tus virtudes y trabajando con tus carencias para mejorarlas.

No te conformes con brillar en la sombra para no molestar a los demás. Brilla con todo tu esplendor por y para ti mismo y para aquellos que gocen con tu luz.