Esta tarde voy al médico. La verdad es que no es nada importane. Una sensación extraña en el ojo, que me molesta, pero voy a ir a ver qué me pasa. Y ayer pensando en esto, se me volvió a venir a la cabeza un tema bastante recurrente para mí. ¿Por qué no tenemos la misma relación con los psicólogos que con los médicos? ¿Por qué no podemos ir para una pequeña preocupación, para la que no terminamos de encontrar solución y nos mantiene con cierto malestar durante días? Y quizá la respuesta la encontremos en esa famosa frase que todos hemos oído más de una vez: “Yo al médico no voy, que siempre te encuentran algo”.
Y en nuestro caso, el riesgo a que nos encuentren algo implica mucho más que el tener que someterse a análisis, radiografías y demás pruebas que nos hacen durante el proceso de evaluación. Supone tener que recordar, en ocasiones, momentos difíciles y duros para nosotros, que nos hemos visto obligados a enterrar y fingir que ahí no ha pasado nada porque no sabíamos o no podíamos afrontar.
Quizá, si nos acostumbráramos desde bien pequeñitos a ir al psicólogo, que ayude a nuestros padres a educarnos y a querernos bien, a que fomenten un desarrollo emocional sano; que nos permita hablar y compartir momentos difíciles que, por la razón que sea, no podamos contar a nuestros padres o nuestras figuras de apego; que nos guíe en nuestro desarrollo durante la adolescencia y apuntale nuestra autoestima para que aprendamos a establecer relaciones sanas, tanto con parejas como con amigos; que nos ayude en la adaptación a las nuevas etapas de nuestra vida. Si tuviéramos a alguien de referencia a quien acudir para que nos ayude a encontrar la luz cuando algo nos duele, nos preocupa, nos quita el sueño, como se suele decir, o que esté presente en momentos clave de nuestra vida, igual que acudimos al médico a revisiones periódicas, ya sea por control o tras una enfermedad importante, con la primera regla o durante el embarazo, podría ahorrarnos grandes sufrimientos.
Afortunadamente, tenemos ya algunos pacientes (no muchos…pero alguno hay) que, tras haber solucionado los problemas que les trajeron a consulta, acuden a nosotras tras eventos importantes en su vida o simplemente de manera más o menos periódica, para contarnos cómo han resuelto problemillas que les han ido surgiendo y ver posibles alternativas. Somos sus psicólogas de cabecera (dicho por ellos jeje).
Pero para que esto se vea con normalidad (hay que reconocer que poquito a poco se va aceptando con mayor naturalidad…muy poco a poco…pero vamos avanzando…) a los psicólogos nos toca trabajar mucho, y trabajar muy bien. Y en eso estamos nosotras…tus psicólogas de cabecera ?