El masaje infantil es una técnica de antigua tradición en distintas culturas que cuenta además con el respaldo de numerosas investigaciones que acreditan que aquellas sociedades en la que los niños son cogidos, acunados, amamantados y reciben masajes, de adultos son menos agresivos y violentos, más cooperadores y compasivos. Así, los beneficios que aporta tanto en el bebé como en los padres y el núcleo familiar, e incluso a nivel social, son evidentes.
Cuando esta técnica llegó a nuestras manos, nos pareció la herramienta perfecta para hacer consciente y desarrollar una serie de habilidades que nos parecen esenciales en el desarrollo evolutivo y emocional de los más pequeños.
Vivimos en una sociedad que nos lleva corriendo en todo momento, incluso a la hora de estar con nuestros bebés. Esta técnica se convierte para nosotras en un espacio de disfrute y paz en que sólo estáis vosotros y el bebé, sin presiones ni exigencias.
Dentro del mundo caótico en el que sumergimos al niño cuando nace, los estímulos que sin ninguna duda le apaciguan y le calman son el olor de la madre, su voz, el latido de su corazón, y el contacto directo piel con piel, y es desde ahí desde donde se establece la comunicación natural entre ambos. El masaje infantil incluye a papá en este proceso que de manera natural ya se inició con mamá durante el embarazo. Igual que en el caso de padres adoptivos, permitirá al bebé conocer y establecer el vínculo a través del tacto nutritivo y la mirada incondicional.
Es por lo tanto una forma natural de aprender a interpretar el lenguaje del bebé, lo que permitirá responder de manera contingente a sus necesidades, de conocerle y comprender el mundo interno que se va creando en él, con lo que le ayudarás a entenderse y autorregularse.
Os invitamos a encontrar ese espacio de paz.
«Si me tocas suave y dulcemente,
si me miras y me sonríes,
si me escuchas algunas veces antes de hablar tú
yo creceré, creceré de verdad.»
Bradley (9 años), en el libro Nacidos para triunfar