Hoy en día recibimos infinidad de palabras, de noticias, de informaciones y opiniones, que muy bien, no sabemos qué significan. Hace tiempo, años, nos llegó “Mindfulness”, pero ¿qué es en realidad?

Hay infinidad de definiciones y datos acerca de dónde proviene y cuál es su base científica. Pero cuando uno experimenta la práctica de Mindfulness, no todas coinciden con nuestra experiencia.

“Las palabras son el dedo que apunta a la luna, no la misma luna”.

La traducción más usada de Mindfulness es Atención Plena. La atención plena es la capacidad que tenemos todos los seres humanos de calmar la mente para poder ver con claridad.

Cuántos de nosotros recordamos aquel momento mágico vivido con alguien, o aquella comida intensa, o aquel viaje emocionante, y muchos más recuerdos que tenemos. Muchos de estos momentos se viven con Atención Plena, por ello su valor e intensidad. Estamos solo allí, en las emociones, sensaciones y pensamientos de la experiencia. Y es esto lo que la diferencia de las demás experiencias. Así que esta capacidad es innata en todos nosotros. Y más importante aún, podemos entrenarla.

Podemos entrenar a la mente a calmarse y a mirar con claridad. Como un estanque de lodo, si golpeamos el fondo éste sale a la superficie y vuelve el agua oscura. Si mantenemos la calma, el lodo se posará en el fondo del estanque, y así el agua será clara, tan clara que podremos ver el fondo.

No saber hacer esto, o no hacerlo no es un déficit de nada. Si lo fuera, todos estaríamos en déficit.
Así que la propuesta es sencilla. Practicar la Atención plena, como puente entre nuestro dolor y la conciencia de éste. Puente entre el sufrimiento y la conciencia de éste.

“No gires la cabeza.
Continúa mirando a esa zona vendada.
Por ahí es por donde la luz entra en ti.”
Rumi

Así la idea principal en Mindfulness es la siguiente: pase lo que pase, simplemente obsérvalo. La claridad en la visión de las experiencias es el motor que nos llevará al cambio.

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