Hoy en día, con el aluvión de información que tenemos a nuestro alcance, nos encontramos con el recordatorio constante de que podríamos ser mejores en diversos aspectos de nuestra vida. Desde anuncios de belleza en la televisión que promueven una piel firme e impecable hasta publicaciones de creadores de contenido en internet mostrando su mejor versión y que, además, comparten innumerables consejos para mejorar nuestros hábitos, forma de vestir o rutinas de ejercicio físico.

El mensaje que hay detrás de estos recordatorios puede ser interpretado como: “Cuanto más perfecto sea, más valioso y seguro podré sentirme”. Esta frase puede convertirse en una auténtica trampa y funcionar como tal para muchas personas, haciendo que solo vean lo bonito del proceso o el resultado final que la sociedad considera como excelente; y que no tiene por qué ser el que busque y con el que se conforme uno. De esta manera, se incentiva el sentimiento de exigencia con uno mismo y con su entorno con tal de conseguir lo que el perfeccionismo promete.

Hay muchas variables, tanto internas como externas, que no conocemos en muchos casos y que pueden hacer que una persona consiga lo que se propone y que lo valore como satisfactorio, al igual que su entorno. Por ejemplo: sentirse con ganas y motivación, tener suerte, disponer de los recursos necesarios…etc. Asimismo, otras circunstancias como pueden ser enfermar, tener un contratiempo familiar o vivir una pandemia mundial pueden hacer que el individuo tenga que modificar su plan inicial para conseguir ese resultado valorado finalmente como excelente. O sencillamente tenga que aceptar que no es posible en ese momento conseguirlo, pero en un futuro sí.

Para muchas personas, en estos últimos escenarios puede resultarles complejo encontrar la forma de ser flexibles y no discrepar ante su esfuerzo y trabajo realizados. El valor que le damos a lo que hacemos depende mucho del que le da nuestro entorno. La comparación social y la evaluación en niveles extremos, tanto de uno mismo como de los demás, en ocasiones son difíciles de tomarse con cautela y serenidad.

El perfeccionismo ha sido estudiado en psicología como una variable individual que puede tener tanto un carácter adaptativo como desadaptativo. En este último caso, puede llegar a desarrollar una problemática a tratar en psicoterapia.

Por una parte, podríamos entender que el comportamiento de una persona perfeccionista es adaptativo cuando establece unos niveles altos de esmero para conseguir sus objetivos, pero se permite ser flexible y bajar esos niveles si la situación no está a su favor. Por el contrario, en términos desadaptativos, el perfeccionismo puede definirse y reconocerse en un individuo como la predisposición a establecer altos niveles de desempeño combinados con una alta evaluación crítica de los mismos. A todo esto habría que sumarle una fuerte preocupación por cometer errores y un sentimiento de insatisfacción con el trabajo realizado.

¿Cómo podemos reconocer el perfeccionismo desadaptativo?

Las principales manifestaciones de este tipo de perfeccionismo son:

­ 1. Escasa o reducción de la productividad
­ 2. Procrastinación: retraso en la realización de tareas
­ 3. Excesiva atención a los detalles
­ 4. Temor a cometer errores, con la consiguiente desmotivación
­ 5. Sentimiento de inferioridad, de fracaso, de no ser suficiente
­ 6. Autocrítica destructiva
­ 7. Inatención absoluta ante los logros
­ 8. Valor propio centrado en los resultados obtenidos (éxitos vs. fracasos)
­ 9. Miedo al rechazo
­ 10. Excesiva comparación social
­ 11. Tener presente la creencia de que existe alguien en el mundo capaz de hacer siempre todo bien, es decir PERFECTO.

¿Cómo combatir el perfeccionismo?

1. Identifica tus “debería” o “tendría que” para, posteriormente, reestructurarlos hacia “preferiría” o “me gustaría” (creencias deseadas) que nos aportan más flexibilidad
2. Detecta tus “blanco o negro”, “todo o nada”, “perfecto o imperfecto”. Todo es mejorable, siempre, por lo que un pensamiento dicotómico es tremendamente dañino
3. Establece metas realistas y, a continuación, fracciónalas en submetas. No solo tendrás objetivos más claros, sino que podrás percibir en mayor medida tu eficacia, aumentando tu satisfacción
4. Permítete cometer errores, comprendiendo que son parte fundamental del proceso de aprendizaje
5. Trata de mover regularmente la lupa entre lo positivo y negativo, evitando estar siempre en lo negativo
6. Adopta una nueva perspectiva: alcanzar el objetivo deseado, en lugar de evitar el fracaso

Y sobre todo, aleja tu valía personal de tus resultados: no eres ni lo que haces, ni lo que consigues.

Bilbiografía:

De Rosa, L., Valle, A.D., Rutsztein, G. y Keegan, E. (2012). Perfeccionismo y Autocrítica. Revista Argentina De Clínica Psicológica, 21(3), 209-216. [fecha de Consulta 3 de Enero de 2022]. ISSN: 0327-6716. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=281929021003

Frost, R. O., Marten, P. A., Lahart, C., & Rosenblate, R. (1990). The Dimensions of Perfectionism. Cognitive Therapy and Research, 14, 449-468. https://doi.org/10.1007/BF01172967

Méndez, F. X., Olivares, J. y Moreno, P. (1998). Técnicas de reestructuración cognitiva. En J. Olivares y F. X. Méndez, F.X. (Dir.), Técnicas de modificación de conducta (pp. 409-483). Madrid: Biblioteca Nueva.

(Texto de nuestra alumna en prácticas Inés Gortázar Martínez)