A todos nos ocurren sucesos desagradables que, muchas veces, están fuera de nuestro control. Por ejemplo, podemos haber tenido un accidente de tráfico, haber sido diagnosticados de una enfermedad o, incluso, haber sufrido abuso en algún momento de nuestra vida. ¿Qué hacer ante este tipo de situaciones? La clave es la aceptación. No obstante, de forma general, escuchar la palabra aceptación nos genera cierta confusión, porque tendemos a confundirla con la resignación. ¿Qué diferencia hay entre ambas?

Resignarse, por regla general, suele causar cierto rechazo en la población, porque tienden a darle un significado negativo. Efectivamente, no están tan equivocados, ya que la resignación implica pasividad y conformismo. Resignarse es no buscar soluciones, quedarse paralizado y a la espera de que esa situación mejore sin hacer nada para conseguirlo. ¿Cuál es el antídoto a esta resignación? La aceptación. Aceptar, por el contrario, conlleva actividad y compromiso. Aceptar es entender que ese suceso negativo forma parte de nuestra vida, de nosotros, pero sin que esto nos impida seguir creciendo, desarrollándonos y consiguiendo nuestras metas.

Para comprender mejor esta distinción, imaginemos la siguiente situación. Estamos ante un atleta que corre maratones. Un día se lesiona y los médicos le dicen que no puede volver a competir. Probablemente tenga muchas dificultades en asumir esta noticia, conllevándole gran sufrimiento, ya que los maratones son el centro de su vida. Si se resigna a ella, lo más probable es que se sienta inútil y deje de hacer todo lo que antes hacía, aislándose por completo. ¿Qué ocurriría si acepta esta noticia? Comprendería que ahora esta lesión forma parte de su historia, pero que esto no le impide seguir viviendo. Aceptaría que ya no puede competir, pero probablemente buscaría otras maneras alternativas de practicar este deporte acordes a su nueva situación. No se aislaría y, lo más importante, seguiría sintiéndose una persona con autoeficacia y gran capacidad de actuación.

Por tanto, como se puede observar, aceptar aquello negativo que nos ocurre es una forma mucho más adaptativa de actuar que simplemente resignándose. Obviamente, no es un proceso sencillo y conlleva mucho malestar y sufrimiento, pero si se consigue llegar a este estado, a largo plazo conseguiremos tener mayor calidad de vida y bienestar.

Bibliografía:

Hayes, S. C., Strosahl, K. & Wilson, K. G. (2014). Terapia de Aceptación y Compromiso: proceso y práctica del cambio consciente (Mindfulness). Desclee de Brouwer.

(Texto de nuestra alumna en prácticas Laura García García)