Acaban las navidades. Con sus luces, sus reuniones familiares y con amigos, sus comilonas, sus compras, sus regalos, sus días festivos. Y llega enero. Con su rutina y su orden. Y no sé a vosotros, pero a nosotras se nos ha desbordado un poco. Al mirar la agenda al volver del descanso navideño no sabíamos bien cómo afrontarlo. Nuestro cuerpo y nuestra mente se habían acomodado al ritmo más pausado, relajado y espontáneo de las fiestas y parecía que nos costaba retomar la rutina. Pero lo estamos consiguiendo, y os vamos a contar cómo.
Lo primero que hemos hecho ha sido retomar los proyectos que por diversos motivos hemos tenido que dejar pendientes. Esto nos ayuda a mantener la ilusión y la mente activa para conseguir desarrollarlos y llevarlos a cabo, y las que veníamos haciendo de manera rutinaria se han contagiado de esta sensación.
También hemos reincorporado hábitos que nos ayudaban a cuidarnos y a sentirnos bien. En nuestro caso son el gimnasio y las horas de sueño. Gracias a ellos hemos recuperado el orden mental, que habíamos perdido con los días festivos y nos ha mantenido los primeros días un poco desorientadas.
Otra de las cosas que hemos hecho para que la vuelta a la rutina no se nos haga tan dura ha sido ser flexibles y darnos permiso para descansar y posponer tareas si estamos saturadas y perdemos el ritmo y la concentración. Así, despejamos la mente y somos más productivas.
Pero lo más importante ha sido que estamos siendo pacientes y comprensivas con nosotras mismas. Que nos estamos escuchando y nos estamos dando lo que vamos necesitando, sin presionarnos por lo que deberíamos estar haciendo o por lo que deberíamos haber hecho ya. Y nos está viniendo bien, la verdad. Después de un par de días que nos sobrepasaron, estamos consiguiendo hacer una vuelta a la rutina tranquila y amable. ¡Y qué bien nos está sentando!