Hoy nos hemos levantado reflexivas y queremos compartir con vosotros algo que tenemos muy presente en nuestra vida y que consideramos que debería de estar en la base de nuestra sociedad. La comunicación.

La educación que estamos recibiendo cojea. Tenemos muchos conocimientos teóricos, nos intentan enseñar un montón de información de una gran variedad de cosas, pero en consulta nos damos cuenta de que nos falta algo esencial. Nos cuesta mucho entender y aceptar al otro, a veces hasta el punto de romper relaciones importantes, nos enganchamos en relaciones que no nos hacen sentir bien, dejamos nuestras necesidades de lado sin ser conscientes de ello. Y esto son solo ejemplos de las dificultades que se nos plantean cuando nuestro mundo emocional no puede ser atendido.

Si nuestros padres y profesores nos enseñaran desde bien pequeños a identificar nuestras emociones y sentimientos, a expresarlas y gestionarlas adecuadamente y a comunicarnos con el otro, viviríamos mucho más tranquilos y con más confianza. Pero somos conscientes de que todos (ellos también) tenemos nuestra historia vital que nos condiciona y nos llega a limitar en algunos de nuestros comportamientos. Sabemos que no es fácil, pero ¿no vale la pena intentarlo?

Desde nuestra consulta (y en nuestra vida personal) intentamos trabajar en esa línea. Nos esforzamos en poner nuestro granito de arena para intentar fomentar este cambio, haciendo mucho hincapié en la consideración de la historia y las razones del otro para intentar entender porqué actúa como actúa. Desde ahí abrir podemos abrir vías de comunicación efectiva y afectiva que ayudarán a solucionar los conflictos de manera sana y estable.

Porque cuando nos comunicamos, cuando explicamos al otro el porqué de lo que hacemos y nos preocupamos por sus razones, la relación cambia. Ya no hay que intuir ni suponer. Ya no hay que interpretar…simplemente preguntar. Mucho más sencillo de lo que parece si nos sinceramos y flexibilizamos las corazas que nos creamos por miedo a que nos dañaran.

Y desde ahí, el cambio que se produce en la relación es casi mágico.