No es fácil hacer frente a una pérdida. Lo sabemos por experiencia propia y por nuestra labor de acompañamiento en los diferentes procesos de duelo de nuestros pacientes. Supone enfrentarse a diferentes fases y tareas que nos irán facilitando la recolocación de aquello que hemos perdido en un espacio emocional diferente.

Aunque es un proceso natural muy asociado a la tristeza y a la sensación de vacío, en ocasiones la aparición de otras emociones como la rabia o el sentimiento de alivio o liberación pueden dificultar su desarrollo. Especialmente en los casos en que la pérdida se debe a la muerte de un ser querido, podemos sentir como inadecuada la aparición de sentimientos negativos hacia esa persona, provocándonos una fuerte lucha interna.

En estas ocasiones EMDR nos resulta muy útil. Como ya hemos contado en otras ocasiones (pincha aquí si quieres más información) esta técnica nos ayuda a comprender y procesar emociones que se nos enquistan y que condicionan nuestra manera de sentir y de entender el mundo y a nosotros mismos.

Así, cuando nos enfrentamos a una pérdida, EMDR nos ayuda a tomar conciencia de todas las emociones asociadas, entenderlas y aceptarlas, facilitándonos de esta manera una adecuada elaboración del duelo.